
La noche del cuatro de marzo tomé entre mis manos “Vuelta A Casa”. Una recopilación de un poeta Paisano: Ramón Palomares. Mientras leía y regresaba, lentamente disfrazado de cualquier cosa: colibrí, lobo o nube, recibí una llamada inesperada que anunció, tristemente, la partida física de uno de los más grandes poetas venezolanos. En mi corazón la nube de lluvia no se hizo esperar. Acaeció, como una tormenta viajera, la melancólica visión de su partida. ¿Y ahora qué hago con esta Vuelta A Casa entre las manos?
Nació en Escuque, Venezuela, el 7 de mayo de 1935. Uno de los grandes poetas actuales en lengua castellana. Maestro y especialista en lenguas clásicas. Personaje central del grupo Sardio y de El techo de la ballena, expresión de la vanguardia poética en Venezuela. Quizá se suponga que he de reseñar la obra del maestro, quizá, solo quizá se crea que he de escribir con la melancolía de quien redacta un documento; quizá deba ser objetivo. Pero un grande de las letras venezolanas alzó vuelo. Como un colibrí se fue hacia el Reino escondido esparciendo el fuego de una vanguardia que no envejece, como su poesía de calibre mundial. No hay manera mortal de rechazar la entrada a su casa, pues la invitación poética del gran maestro venezolano siempre ha estado extendida con su desprendimiento sobre la tierra venezolana y más allá de sus fronteras. La obra inmortal del poeta alcanzará rasgos cósmicos e indelebles. Será celebrado hasta el cansancio –que no llegará pronto- y viajaremos con él hasta los lugares más recónditos.
“Oíme, Oíme
Yo siempre estoy pendiente:
—Dónde estará? Qué estará haciendo? Se acordará de todo?
¡Ah rigor!”…
Ramón Palomares (Adiós Escuque 1968-1974)
Han pasado ochenta años, sietecito, desde aquel primer vuelo hacia la luz que te
creó la sonrisa siempre joven. Ochenta años de regalarnos la alegría de tus letras, de la visión venezolana de la vida, de tus vuelos, de dejarte a todos nosotros como único, magnifico gran obsequio. Sé que no soy el único dolido por esta partida tuya, siete, que de tan buena manera nos brindaste una cama donde dormir el pecho que arde en poesía, en sueños que viajan, en un Escuque que te recuerda. Y Escuque, cómo decirle… cómo carrizo decirle que esa despedida tuya, ese Adiós Escuque es verdad y que ya no vuelves. Habrá que dejarte volar pajarito, que llegas amarillo a donde la brisa aún no vence y se guardan todas tus noches. Las flores, estoy seguro, habrán de devolvernos tu poesía cuando la tierra te eleve alto, muy alto hacia el infinito viaje de regreso a la casa.
Perteneciente a grupos literarios prominentes, siempre en pie de lucha, estuvo frente a la poesía, combatiendo, como solo lo puede hacer un paladín de las letras, armado hasta la pluma. Su poesía es un viaje a lo mágico, a su interior. Por medio de ella, podemos conocer al poeta y a su tierra, además a nosotros. Pues es inevitable la reflexión frente a la confrontación poética. De tal manera que la poesía de Ramón Palomares, logra lo que en esencia es el deber ser del poema, algo que subyace en el contenido formal, estético y temático: logra hacer sentir. Cuidado de no confundir el efecto estético con el sentimiento que provoque el poema. La primera es lo que la academia se empeña en descifrar, en deconstruir: en encontrarle las cinco patas al gato; la segunda es lo que el lector, a primera vista, recibe. Este poeta es un amigo que nos invita a ensuciarnos de campo, de ciudad y de V
enezuela, es una poesía arcillosa que el lector debe ir formando con ayuda del sietecito, que con suma maestría, gracias al oficio de la experiencia ha logrado. Sin embargo, después de la partida del poeta, que es estudiado hasta el cansancio, aún no descubro que hacer con esta Vuelta A Casa.
“Viejo Lobo, contigo todo era alegre reencuentro como cuando logramos distraer la tristeza. ¡Nos vamos quedando solos!”
Ramón Palomares (Adiós Escuque 1968-1974)
El viejo lobo del bosque se fue a escribir más lejos, me dije, ese viejo lobo siempre marcará el paso firme de la poesía. Ahora, para esta generación bit tan decadente que no ha conocido lo sublime de la poesía verdadera, queda un paradigma inigualable. Veamos pues si la poesía que no tiende a esta belleza mimética de las cosas puede superarte, viejo lobo. Perdonarás, pajarito, estas toscas palabras. Pero no he podido evitar quitarme de encima este peso tan negro que me queda después de la tristeza. No puedo amigo mío, tú sabrás disculparlo. Y tú, lector, te encargarás de correr la voz de esto, del poeta, de nosotros. Está en ti decidir si es solo una carga melosa de sentimiento y nada aporta a que leas al Paisano o si realmente valió la pena esta emotiva charla. Dejo a la tarea de todos encontrarle una mirada nueva a Escuque y su poeta de siempre.
En cambio yo, amigo del alma, me refugio en vos, hasta que sea necesario. Me refugio en tu Reino una y otra y otra vez, hasta que logre, por artimañas de tus letras descubrir, más temprano que tarde, qué voy a hacer con esta Vuelta A Casa entre las manos.
“y si de ti todo se ha ido y t
odo está por
llegar
y todo está en viaje y todo es nuevo y vuelve.
Adiós Salud Adiós”
Ramón Palomares (Adiós Escuque 1968-1974)